Comentario
La continua adecuación a la modernidad de cada momento hace que la arquitectura civil románica haya sobrevivido muy precariamente. Las casas de los oprimidos se consumieron en su miseria, mientras que los palacios de los poderosos dieron paso al confort de las continuas modernidades. Las fortalezas militares tuvieron que transformarse de acuerdo con la evolución de las tácticas y el armamento. Las murallas de las ciudades desaparecieron en medio de la voracidad de los especuladores de terreno, con las diferentes expansiones del casco urbano.
La vivienda románica, salvo excepciones muy tardías, presenta una planta muy sencilla, con dos o tres habitaciones unidas directamente, sin espacios intercomunicadores. Las casas con pretensiones señoriales adoptaban varias plantas: un atrio porticado como planta baja, la primera planta se destina a gran sala, espacio único que se transforma en múltiples funciones según se amueble, en la tercera planta estarían las cámaras o aposentos. En uno de los lados laterales se adjuntaba una torre.
La arquitectura militar románica intentó poner fin a las torres defensivas de madera, sin embargo, éstas debieron seguir construyéndose durante mucho tiempo. Este curioso fragmento de los "Miracula Sancti Benedicti", de Radulfo Tortario, nos transmite la forma de una de estas construcciones tradicionales de madera que sobrevivían en el románico hacia 1100: "Este edificio consistía en una torre de madera: sin duda Albérico era un varón poderoso, que había sido de los indígenas más nobles de este castillo . Así pues, esta torre tenía el piso en la parte superior, donde el mismo Seguino con su familia habitaba, conversaba, comía y reposaba de noche. En la parte inferior había la bodega, donde se hallaban despensas, idóneas y de diversos tipos para guardar y conservar las cosas necesarias para el alimento humano. El pavimento del piso, según es costumbre, estaba hecho de pequeñas vigas pulimentadas, que tenían poco espesor, pero más de ancho y aún más de largo". (Traducción en "Arte Medieval II. Románico y Gótico", edición a cargo de Joaquín Yarza et al., Barcelona, 1982, págs. 113-114.)
Una estructura similar se mantiene en las obras pétreas de estas torres únicas o principales en fortalezas más complejas. Es un baluarte que debe hacer las funciones de vivienda -donjon- en el que mediante una división en pisos se dispone todo lo necesario para la habitación del señor, su familia y los servidores.